¿Qué decimos las mujeres?

La violencia ginecobstétrica se manifiesta de distintas formas, muchas veces solapadas como rutinas de atención en los centros de salud.

Por ejemplo, se suele afirmar, sin contemplaciones, que la cesárea es un método rápido y seguro de nacer. Que no pasas miedo ni dolor. Que escoges el día y la hora. En fin, un método ideal. En realidad se trata de una operación quirúrgica abdominal, que tiene una serie de riesgos. Por una parte, los de la anestesia. Por otra, lo que implica el corte de capas de tu cuerpo, entre las que se encuentran piel, músculos, grasa, fascia, peritoneo y útero. Una vez acabada la operación, hay que enfrentarse al dolor de la recuperación de la cicatriz. Toser, moverte, reir, estornudar. No hablemos del esfuerzo para ir al baño. Y así, tienes que estar lista para iniciar la lactancia, cuidar a bebé, enfrentar la cotidianidad. Y, además, feliz.

Los impactos de la VGO en la vida de las mujeres, de las familias, de los recién nacidos son de diversa índole y también varían según la gravedad de los abusos vividos. En los casos más graves de ejercicio de violencia, donde la mujer se sintió abusada, verbal, psicológicamente, físicamente, sintió que no fue tomada en consideración, que se la trató “como un pedazo de carne”, como un objeto, las secuelas pueden derivar en trastornos de ansiedad, depresión post-parto, incluso estrés postraumático.

Existen muchas investigaciones en los últimos años sobre el estrés postraumático que se produce por efecto de estas carencias, de esta violencia durante la atención del nacimiento. Los estudios nos muestran una gran asociación entre las mujeres que se sintieron maltratadas durante el parto y estas secuelas negativas en su salud mental.

Una de las intervenciones del poder médico, si lo evidenciamos como una expresión de poder disciplinario sobre el proceso reproductivo de las mujeres, es la relacionada con el parto intervenido y medicalizado. Esto deriva de la concepción biologista de la reproducción, la cual tiene cabida en el territorio patriarcal de las instituciones de salud basadas en un modelo médico hegemónico.

Esta apropiación por parte del sistema médico sobre la reproducción desplaza a la mujer como sujeto activo de su propio proceso y la coloca como objeto sin derecho. Es así como la relación entre las mujeres y el personal de salud dejar ver una desigualdad real y simbólica que imposibilita un ejercicio efectivo de los derechos básicos de las mujeres, como lo es la libre voluntad de decidir sobre su proceso de parto y nacimiento.

¿Cómo explicar las dificultades para reflexionar sobre la violencia ejercida en el ámbito de las prácticas de atención a la gestación, parto y nacimiento tanto por profesionales de la salud como por las propias pacientes?

En la relación con las usuarias del sistema de salud tanto público como privado se establece un trato jerárquico deshumanizador que otorga prioridad y poder a los/las profesionales de la salud por encima de las pacientes. Se trata de sistemas que se fundan en sistemas de poder jerárquicos en cuanto al género y la salud.

Incluso hay investigadores/as que han señalado que la calidad asistencial estaría asociada a la jerarquía social de la paciente; así, a mayor vulnerabilidad de la mujer, más humillante tendería a ser el trato recibido. Está claro que no se puede generalizar desde el momento en que estas prácticas son cuestionadas, incluso por enfermeras que viven el trato deshumanizador que se ejerce contra las usuarias, y que se ven incapaces de frenar.

Algunos estudios también señalan que la práctica de la violencia ginecobstétrica podría estar asociada al síndrome de burnout (desgaste profesional) entre profesionales de la salud, que tenderían a deshumanizar a las usuarias y afectaría la relación médico-paciente. Otra causa es la falta de formación e información que lleva a los/las profesionales de la salud a no poder identificar ni gestionar estas prácticas.

Todos los testimonios visibilizados fueron tomados de algunas de las respuestas obtenidas en los relatos de parto que 138 mujeres nos ofrecieon durante la implementación de la «Primera encuesta de atención al parto y nacimiento» llevada a cabo por las investigadoras del OVGOVE.

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